Erase una vez en un pueblo llamado Rabínal, donde un grupo hombres colaboradores del Ejercito, unos más entregados que otros dicidieron aprovecharse del poder que se les había dado, quemando casas, robando y mutilando la siembra de milpa y frijol de varios campesinos que con afán sembraron para sobrevivir con sus familias.
Algunos de estos hombres aún se ven en las calles de los barrios caminando como si nada hubiera pasado para ellos, algunos hasta son pastores de iglesias catolicas, evangelicas y carismaticos que según ellos esto los libera de lo malo que hicieron.
hoy piden perdón, pero seguramente no cuentan a sus hermanos de religión lo que hicieron con sus propios hermanos. el caso es que los malos piden perdón, y eso es bueno siempre y cuando que no vuelva a repetirse. y que los juzgue Dios.
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